
Con pocos meses por delante, para la entrega de su nuevo edificio, el Instituto Nacional de Geriatría (INGER) recibió con orgullo a la familia del Dr. Luis Ljubetic, fundador del establecimiento y a un grupo de antiguos funcionarios, en una nueva visita guiada, para conocer los avances de la obra.
La jornada comenzó con un desayuno de bienvenida, que marcó un emotivo reencuentro entre quienes han sido parte fundamental en la historia del INGER, para posteriormente dar lugar al recorrido por las modernas instalaciones, conociendo la avenida hospitalaria, áreas de hospitalización, farmacia, gimnasio y el área administrativa, entre otros espacios.
Durante el recorrido, los visitantes pudieron apreciar las mejoras y el impacto que proyecta el nuevo edificio, que albergará tanto al Hospital del Salvador como al INGER. Esta transformación simboliza un importante avance en la atención geriátrica y del sistema de público de salud de Chile y en las condiciones de trabajo del personal.
«Pasamos del siglo XVIII al XXI sin escala. Es impresionante lo que han hecho. Espero que operativamente funcione muy bien y realmente estoy asombrado con lo que han logrado.» Señaló Luis Ljubetic, hijo del fundador del INGER.
Los exfuncionarios, por su parte, no solo reconocieron el cambio en la infraestructura, sino que también quisieron enviar un mensaje a las nuevas generaciones de profesionales, sobre la importancia del trato humanizado que debe tenerse con los pacientes.
Así, Ramón Cabezas, exfuncionario del INGER se refiero al respecto y dejó un claro mensaje sobre la relación con las personas que son atendidas y quienes atienden: «Que lo hagan con el corazón. Eso es lo más importante. Que los cuiden, sepan escucharlos y también que los quieran», enfatizó,
Por su parte, Verónica Rojas, también exfuncionaria reforzó la importancia de la empatía, particularmente respecto con el cuidado del adulto mayor y considera que «la unión, la excelente atención hacia el adulto mayor, el cariño y saber escucharlos», son elementos intransables en el día a día.
Esta visita no solo permitió revivir recuerdos y reconocer el legado del INGER, sino que también reafirmó el compromiso con los valores que lo han caracterizado desde sus inicios: el respeto, la dedicación y el amor por sus personas mayores. Con el nuevo edificio, el INGER se proyecta hacia el futuro, sin perder de vista su esencia, buscando siempre garantizar una atención de calidad, con la calidez y profesionalismo de quienes más lo necesitan.